Pozos de La Arboleda. Lago Parkotxa.

 

Lago Parkotxa, Trapagaran. 16 mm, 3", f11, ISO 64.

 Mis primeros recuerdos del pozo Parkotxa.

No tendría más de 5 años la primera vez, o eso recuerdo, que vi el pozo Parkotxa. Corrían los años 70 cuando mis padres nos subieron a dar un paseo por las tierras altas de Trapagaran, por Barrionuevo concretamente, desde donde se puede ver el Parkotxa asomándote a un alto cortado de roca vertical.

Hoy en día podemos ver un bonito lago con aguas verdosas, rodeado de carrizos, con unos embarcaderos de madera e incluso nenúfares en verano. La verdad que lo mire desde el ángulo que lo mire, me parece uno de los pozos de La Arboleda más bonitos.

Vista satélite de Google Maps del estado actual del Lago Parkotxa.

 En vez de un lago, el Parkotxa era lodo y pesadillas.

Pero mi primer recuerdo del Parkotxa no fue para nada tan idílico, de hecho, esa noche dormí aterrado y hasta mucho tiempo después tenía pesadillas con el maldito pozo. Por ello no es de extrañar, que más de cuarenta años después tenga la imagen tan vívida como el primer día.

Cuando en ese bonito paseo con mis padres, eché un vistazo a lo que había debajo del acantilado, la escena me pareció bastante terrorífica. Lo que vi fue una zona árida de escasa vegetación, algo de por si poco atrayente para un niño, pero lo que más miedo me dio fue el lago. Era marrón y el agua parecía densa, ni agua, barro, tenía la densidad justa para engullir a un niño lo suficientemente insensato como para acercarle a "ello". Recuerdo que corrí hacia mis padres y no volví a mirar en todo el paseo.

Por la noche en la cama recordaba el desolador paisaje y me tapaba la cabeza con las mantas en un vano intento de alejarlo de mi mente. Por supuesto, esa noche, y otras tantas después, soñé que me caía y el fango me engullía.

Fotografía encontrada por la red de cuando el Parkotxa era una explotación minera a principios del siglo XX.

En esa época de mi niñez, aún quedaba actividad minera en los Montes de Triano y con los años me enteré de que usaban el pozo Parkotxa para verter los lodos de otras explotaciones mineras en uso. No andaba mi yo de 5 años mal encaminado en que esa laguna podía tragarse a un niño...

El lago Parkotxa en los 80 y 90.

Desconozco si se llevaron a cabo tareas de limpieza para deshacerse de esos lodos (no lo creo) o las afloraciones de aguas subterráneas y aportes pluviales se encargaron de licuar el barro, pero lo cierto es que en mis siguientes visitas, y han sido muchas, el Parkotxa dejó de tener ese aspecto tan terrorífico que me traumatizo en mis primeros años de vida.

 Años 80.

En los años 80, bien en excursiones con el colegio o ya más crecido, y sin miedo a ser tragado por el barro, solía subir a dar una vuelta con el perro desde El Valle (Trapagaran), y el entorno era un poco inhóspito, pero daba signos de que la naturaleza le iba ganando terreno a la pasada actividad minera. La vegetación eran zarzas y argomas y el Pozo Parkotxa aún tenía el agua muy sucia, pero ya no se apreciaba tan densa, aunque el color seguía siendo marrón. Creo recordar vagamente que en esa época estaba perimetrado por una alambrada, supongo que para que las vacas no bajaran a beber.

Años 90.

Tendría que buscar información para asegurar en que fecha añadieron los embarcaderos, pero casi puedo asegurar que fue a principios de los 90. Creo que fue una iniciativa de algún club de pesca, pero ese dato es de oídas. Lo que si sé es que un día no estaban y al siguiente que subí si estaban. 

Por aquella época yo seguía subiendo con mi perro, con la que hoy es mi Mujer o simplemente solo. Ya motorizado me gustaba subir a fumar subido en los embarcaderos viendo como los carrizos se iban adueñando de la orilla del Parkotxa que cada vez tenía más verdes sus aguas.

A mediados de los 90, nació mi primer hijo, nos gustaba llevarle por la zona. Estoy seguro que su primer recuerdo del Parkotxa no fue tan aterrador como el mío. Había pasado en 20 años de ser un pozo lodoso a convertirse en un pequeño lago.

El Parkotxa en la actualidad.

Poco a poco la zona se ha ido regenerando, hasta tal punto, que hace un par de primaveras me llevé una muy grata sorpresa al ver la variedad de flora que crecía por las campas aledañas al lago.

Con el cambio de milenio, año arriba o año abajo, la zona sufrió un cambio muy importante. Las instituciones decidieron invertir en su recuperación y se creó un área de esparcimiento que con un claro recorrido por los 4 pozos existentes, Parkotxa, Hostión, Blondis y Zuloko. Se colocaron mesas y basuras para disfrutar de un día de campo. Se limpió la zona de zarzas y argomas, se ha repoblado con especies arbóreas autóctonas, y haciendo un guiño al pasado minero se han colocado esculturas de hierro como el conocido tenedor gigante que está justo encima del Parkotxa.

Al principio de esta reconversión podíamos entrar con el coche hasta la cocina. Actualmente tenemos parkings fuera del área y hace mucho que no veo vacas pastando dentro del recorrido. Han habilitado algún camino más, e incluso han construido un puente de madera para salvar un cortado. Miradores y paneles informativos completan las nuevas infraestructuras de ocio.

 

Esto atrae todos los fines de semana grandes cantidades de gente que pone de manifiesto el valor de la zona, pero no puedo dejar de sentir nostalgia de cuando paseaba yo solo con la única compañía de mi perro.

 

 

En 2013, aunque la zona ya se había establecido como una de las áreas recreativas de mayor afluencia del Gran Bilbao, el lago Parkotxa mostraba cierto abandono, los carrizos cada vez ganaban más terreno y los embarcaderos mostraban un deterioro y dejadez nunca antes visto.

En estas dos fotografías tomadas en febrero de 2015, se ve que para nada el Parkotxa tiene ese aspecto aterrador de mi más tierna infancia.