Cigüeña común (Ciconia ciconia)

 

Descripción

Probablemente podemos obviar la descripción de esta gran ave mundialmente conocida, que de cuyo nombre se derivan los del orden Ciconiiformes y la familia Ciconnidae a cual pertenece. Protagonista de numerosos cuentos y leyendas infantiles, compañera del ser humano, en cuyos edificios acostumbra a instalar su nido, goza de tanta popularidad que raro será quien no sea capaz de identificarla.

De 100 a 105 cm de talla y 155 a 165 cm de envergadura. Patas y pico largos de color rojo intenso. Plumaje muy contrastado y sensiblemente igual para ambos sexos y juveniles, enteramente blanco salvo la mitad posterior de las alas que son de un negro azabache, diseño característico que permite una fácil identificación. Sólo en vuelo, y vista muy de lejos, podría quizás, confundirse con el Alimoche, cuya distribución de colores es similar. Pero basta fijarse en el cuello, muy largo, y las patas extendidas, que rebasan ampliamente el extremo posterior de la cola, para distinguir a la Cigüeña del Alimoche, de cuello corto y vuelo con las patas recogidas bajo el cuerpo.

Costumbres

Los ejemplares que se reproducen en nuestras latitudes ocupan su territorio de cría hacia marzo. Emplazan habitualmente los nidos en tejados de viejos edificios, torres de iglesias y otras construcciones, rara vez lo hacen en árboles. Año tras año ocupan los mismos nidos y cada nueva temporada los arreglan añadiendo más materiales, llegando a alcanzar un gran volumen con el paso de los años. Estos suelen estas construidos por un amasijo de palos y ramas secas, manojos de hierba, musgo, papeles y trapos... entretejidos, en cuya cima se abre una concavidad poco profunda, forrada de materiales blandos, donde deposita los huevos, en una cantidad que oscila entre 3 y 6 huevos de color blanco.

La puesta tiene lugar entre finales de marzo y principios de abril. Incuban macho y hembra relevandose, durante 33 o 34 días. Cada relevo va acompañado de un complicado ritual de reconocimiento, con extensiones de alas, reverencias, contorsiones de cuello y un ruidoso castañeo del pico, única manifestación sonora de esta especie que no suele dejar oír su voz.

Los pollos están cubiertos de un plumón blanco. Son alimentados por los dos sexos, aunque durante las cuatro primeras semanas uno de los padres permanece en el nido vigilando la prole. Más adelante, los pollos, ya crecidos, quedan solos mientras los adultos se afanan en la captura de ranas, pequeños roedores, reptiles, peces, lombrices o insectos con los que llenarles el buche.

El abandono del nido se produce entre loe 58 a 64 días de la eclosión, en una etapa de entrenamiento en la que las jóvenes cigüeñas pasan largos ratos batiendo las alas, de pie sobre el nido, para fortalecer sus músculos, preparándose para el gran esfuerzo que exige el vuelo.

La Cigüeña común es una especie sociable. En aquellos lugares donde la especie abunda es normal que se críe en pequeñas colonias, pero su carácter gregario se evidencia más fuera de la época de cría. Terminada ésta, van agrupándose en en bandadas y todavía en verano, en agosto, comienzan a emigrar las primeras a África. En septiempre se marchan la mayoría, solamente los más rezagados, normalmente jóvenes de un año, demoran la partida hasta octubre.

Hábitat

A la Cigüeña le gustan los terrenos despejados, abiertos, amplios campos de cultivo que alternen con prados, pastizales o dehesas, pero sobre todo, le gusta contar en su territorio con zonas húmedas, cómo marismas, riberas de ríos, lagos o pantanos, herbazales encharcados, etc, en los que abundan pequeños vertebrados, insectos, gusanos y moluscos de los que se alimentan.

Su área de distribución, muy discontinua, se extiende por climas mediterráneos, templados y esteparios de Asia, norte de África y Europa. En Europa ha sufrido una fuerte regresión que parece continuar en nuestros días. Queda un amplio núcleo de población en el centro y este de Europa, que llega hasta los Países Bajos. Falta en la mayor parte de Europa occidental, salvo la Península Ibérica, aquí cuenta con un numeroso núcleo de población, también en retroceso, que se extiende desde el valle del Ebro, hacia el centro y oeste peninsular, hasta Andalucia.