Puente de Bárcena de Bureba

 

Veréis la foto y os preguntaréis qué dónde está el puente, ¿verdad? Pues ahora llegamos a eso, antes, algo Sobre Bárcena de Bureba.

"Bárcena de Bureba: descubriendo la belleza en la decadencia"

En la provincia de Burgos, en la comunidad autónoma de Castilla y León, se encuentra Bárcena de Bureba, un pequeño pueblo abandonado que guarda en sus ruinas una historia fascinante.

El pueblo, que fue abandonado a mediados del siglo XX debido a la emigración de sus habitantes a las ciudades, cuenta con una iglesia románica del siglo XII dedicada a San Julian y Santa Basilisa, que se encuentra en deplorable estado de conservación. Esta iglesia es un ejemplo excepcional de la arquitectura románica de la zona, y su singularidad es aún mayor debido a su entorno de ruinas.

Además de la iglesia, también se pueden encontrar algunas casas y edificios que han sido restaurados por particulares, lo que permite apreciar cómo eran en su época de esplendor. A pesar de su estado de abandono, Bárcena de Bureba es un lugar que cuenta con una belleza especial, que se percibe en cada rincón del pueblo.

Explorar las calles de Bárcena de Bureba es un viaje en el tiempo, que nos lleva a la época en la que el pueblo era habitado por sus gentes. Las paredes de piedra de las casas, el aire que se cuela entre los muros y la vegetación que crece a su alrededor, nos permiten imaginar cómo era la vida en este lugar.

Bárcena de Bureba es un ejemplo más de la belleza que se encuentra en la decadencia. Este pequeño pueblo abandonado es un lugar que invita a la reflexión sobre el paso del tiempo y la naturaleza efímera de las cosas. Si tienes la oportunidad de visitarlo, no dudes en hacerlo, pues es un lugar que no te dejará indiferente.

Para acceder a Bárcena de Bureba hay que cruzar un discreto puente medieval, absorbido por la vegetación y bastante complicado de fotografiar, cómo apreciaréis en la fotografía inferior.

No me gusta fotografiar los ríos desde las orillas, me parece que quedan algo descompensadas las composiciones, es por ello, que siempre que me es posible, me calzo los vadeadores y me meto en el agua para buscar los posibles encuadres.

En este caso el río es poco profundo y no bajaba con fuerza, lo que me permitió fotografiar desde su interior. Más difícil fue bajar a él. La abundante vegetación y un empinado terraplén complicaban la tarea, pero siempre hay un acceso.

Una vez en el río, el problema era encuadrar entre tantas ramas, enredaderas y árboles caídos. Hice lo que pude con el puente y decidí que la foto del día se la iba a otorgar al árbol que atraviesa el río y que encabeza la entrada.