¿Para quién hacemos nuestras fotografías?

Amanecer en un campo cualquiera del norte de Palencia. 14 mm, 1/160, f8, ISO 100

 Esta semana toca reflexión también. Si la semana pasada hablábamos de cuales de nuestras fotos eran dignas de publicar, esta semana vamos a considerar ¿Por qué hacemos fotografía? O dicho de otra forma ¿Para quién hacemos nuestras fotografías?

 En este punto tenemos que diferenciar entre el ámbito profesional, en el cual haremos las fotografías que nos pidan nuestros clientes o el marco del aficionado que es más bien por donde quiero llevar esta entrada.

 Dentro de nuestro entorno de aficionados, si nos preguntamos ¿Para quién hacemos nuestras fotografías? El 100% responderemos que hacemos nuestras fotografías para nosotros mismos....

¡¡¡MENTIRA!!!

 Vivimos bastante influenciados por lo que opinan los demás, es algo que en mayor o menor medida nos afecta a todos a lo largo de nuestro día a día y que en fotografía no va a ser menos, más en los tiempos que corren que en cuestión de segundos pueden ver nuestras fotos todo el planeta.

 Es muy común salir a hacer fotografía pensando en donde vamos a subir nuestras fotos, cuanta repercusión van a tener, si tendrán buena acogida en tal grupo o si mi circulo más cercano le pondrá muchos peros... Todo esto no es algo malo, no me malinterpretéis, forma también parte del juego y además es muy importante medir de alguna manera como van calando nuestras fotos en el público. Pienso que el problema viene cuando influenciados por todo ese mundo virtual que rodea a nuestras fotografías, tratamos de buscar la imagen perfecta y nos dejamos por el camino los momentos o las sensaciones. Posiblemente explicando como he vivido la foto de arriba me haga entender mejor.

 Poniéndonos en situación. He estado en Palencia este fin de semana con unas expectativas fotográficas pelín altas, no es que haya planificado mucho, pero llevaba varias ideas. Menos mal que el primer día le pude hacer estos disparos al Perrito, porque creo que es de lo mejor del finde.

 Vamos allá:

 Me levanto el viernes de la cama, aún de noche, me tomo un café y saco a Hartza como cualquier mañana. Ya en la calle noto el cálido aire del sur y el cielo con algo de nubes lo que me hace presagiar un bonito y colorido amanecer. Vuelvo a casa, me pongo otro café y miro a ver a que hora amanece. Como ya os estaréis suponiendo no tengo mucho tiempo hasta que despunte el alba y se me ocurre ir hasta la ermita de La Virgen de Rabanillo en Tabanera de Valdavia, a unos 12 kilómetros.

 Hace un montón de años que no subo por ahí y no se que me voy a encontrar. Voy por el puro placer de fotografiar, de ver un amanecer, de disfrutar del campo en compañía de mi Perrito. Es una localización cercana, esta en un alto no muy rodeado de arboles, algo seré capaz de hacer.

 Bueno, llego arriba, relativamente bien de tiempo y me encuentro que la ermita de la virgen de Rabanillo no es muy fotogénica por lo que me voy a buscar un punto más despejado donde poder pillar bien de cielo y aunque sea un matojo de primer plano. Lo encuentro, amanece, el amanecer ha dejado sus colores pero ha sido muy rápido, hago mis fotos, me entretengo aún más mientras el sol sigue subiendo. Bueno, no ha estado mal pero tampoco me traigo las fotos del año, ni siquiera las del mes y vaya usted a saber si las del fin de semana...

 Es entonces cuando me fijo en mi Perrito, siempre tumbado pacientemente a que acabe la sesión. Los primeros rayos de sol pegándole en su pelo y haciendo brillar a contra luz a las hierbitas que le rodean. Quito la cámara del trípode y me tumbo sobre la hierba aún algo mojada a escasa distancia de él. A 14 mm haceros una idea, casi tocándole. Me arrastro por el suelo buscando el ángulo y cuando lo encuentro se mueve el Perrito... Sigo en mis trece y cuando lo encuentro y el Perrito parece que me hace caso y se queda quieto me percato del trípode en medio del encuadre, me dispongo a levantarme y pienso ¿Voy a perder el momento por el trípode? Ni hablar, ya clonaré. Y seguido, casi a la vez que aprieto el botón de disparo ¿Por qué voy a clonar el trípode si escenifica a la perfección los momentos vividos con mi Perrito cuando salimos a fotografiar? Y click, he hecho una fotografía para mi. No es una fotografía que pueda servir para anunciar productos caninos o que ensalce el paisaje castellano leones, pero es una foto que para mi ya tiene su valor añadido.

 Si os parece ahora podemos analizar el impacto que pudiera tener esta foto según donde la subamos:

•  Si subimos la foto a instagram con algún hastag de #perritos posiblemente tenga muy buena acogida.

•  Si la compartimos en grupos de mascotas también será muy bien recibida.

•  En grupos de fotografía general pasara bastante más desapercibida.

•  Por el contrario, si tratamos de pasar la foto como paisaje no tendrá ninguna repercusión.

•  Y si subimos la foto a uno de los denominados foros de crítica fotográfica todos los comentarios versarán sobre lo molesto del trípode, que si no aporta nada o si lo hubiesen clonado. Hasta que alguien vea algo y diga lo contrario y los comentarios siguientes alaben la inclusión del trípode.

  No me enrollo más. Me ha parecido interesante compartir con vosotros esta reflexión ya que cada vez se ve y se lee más fotografía y estamos empezando a exigir demasiado. Esta entrada trata de que tengamos claro ¿Para quién hacemos nuestras fotografías? y cuando respondamos que para nosotros mismos, tener muy claro lo que esa foto en cuestión significa para nosotros.

 Ahora si, hasta la semana que viene.

P.D. Os dejo también la foto del amanecer. Como veis, aparte del momento de luz, no tiene mucho, pero insisto, es una fotografía pensada para mi. Si me apetece la comparto, si quiero la someto a juicio o si lo prefiero la dejo en el fondo del disco duro esperando a encajarla en el proyecto idóneo.

 Si esta entrada tiene una moraleja, esta sería que no dejéis de hacer una foto por lo que puedan pensar de ella, más bien hacer una foto por lo que penséis vosotros.

Alrededores de la ermita de La Virgen de Rabanillo. 14 mm, 20", f11, ISO 64