Hygrocybe conica: La fascinante seta de sombrero de brujas en acción

 

¿Qué es Hygrocybe conica y por qué deberías conocerla?

La hygrocybe conica, también conocida como seta de bruja o seta de cono negro, es una especie de hongo basidiomiceto que pertenece a la familia Hygrophoraceae. Se caracteriza por tener un sombrero cónico o piramidal, de color rojo anaranjado o amarillo, que se oscurece hasta volverse negro al madurar o al dañarse. Las láminas son adnatas o decurrentes, de color amarillo pálido o blanquecino. El pie es cilíndrico, hueco y del mismo color que el sombrero. La carne es blanca, frágil y sin olor ni sabor apreciables.

La hygrocybe conica se distribuye por todo el mundo, especialmente en zonas templadas y boreales. Crece en prados, pastizales, bosques abiertos y claros, preferentemente sobre suelos ácidos y pobres en nutrientes. Es una especie saprófita, que se alimenta de la materia orgánica en descomposición del suelo. No forma micorrizas con las plantas, a diferencia de otros hongos del mismo orden (Agaricales).

La hygrocybe conica no es una especie comestible, ya que contiene una toxina llamada muscarina, que puede provocar síntomas como sudoración, salivación, lagrimeo, náuseas, vómitos, diarrea, bradicardia y dificultad respiratoria. Estos efectos se pueden tratar con atropina, un antídoto específico para la muscarina. Sin embargo, la intoxicación por esta seta no suele ser grave ni mortal, ya que la cantidad de toxina es baja y el sabor desagradable hace que se ingiera poca cantidad.

La hygrocybe conica es una seta muy llamativa y fácil de identificar por su forma y color. Su nombre científico proviene del griego hygros (húmedo) y cybe (cabeza), aludiendo a su aspecto viscoso cuando está mojada. El nombre común de seta de bruja se debe a su asociación con la magia y el hechizo en algunas culturas. Por ejemplo, en Escocia se creía que las brujas usaban esta seta para teñir de rojo sus ropas y sombreros. En algunas regiones de España se le atribuyen propiedades curativas o afrodisíacas, aunque no hay evidencia científica que lo respalde.