La importancia de la luz en fotografía de paisaje. Luz blanda y luz dura.

Playa de Azkorri bajo un cielo cubierto de nubes. 24 mm, 30", f11, ISO 200, ND 10 pasos.

El detalle, el contraste y el color de nuestras fotografías de paisaje, se verá afectado por lo directa o difusa que sea la luz del sol. En función de la hora del día que tomemos la foto, o de la meteorología, nos encontraremos con una luz dura o una luz suave.

Veíamos en otros capítulos sobre la luz, que cuando esta era dura se generaban mayores contrastes y sombras más pronunciadas, al contrario de la luz blanda que produce una iluminación más homogénea. Los colores se volverán más sutiles y obtendremos mayor detalle en las zonas de sombras conforme la luz sea más suave.

Luz dura.

El sol de mediodía en un día despejado proporciona una luz directa, es decir luz dura. La luz dura genera sombras más intensas, colores más vibrantes y tridimensiona la escena. Si bien es cierto que los fotógrafos de paisaje tendemos a huir de esta luz tan dura, a algunos sujetos les puede venir bien. Si queremos intensificar los azules del cielo o del mar, potenciar los colores de las flores o jugar con las sombras en nuestra composición, la luz dura será una buena aliada.

Observamos en la foto de las barcas unas sombras bastante marcadas y unas altas luces muy intensas lo cual genera un fuerte contraste que nos indica que la fotografía fue tomada con luz dura. También se ponen de manifiesto los colores vibrantes de las barcas, que de no ser por esta luz dura aparecerían bastante más sutiles.

Las tomas frontales de edificios suelen quedar bastante planas, sin tridimensionalidad. Gracias a la luz directa del mediodía se han generado las suficientes sombras para dar al castillo cierto volumen extra. El color del cielo y de la piedra también se han intensificado.

Luz blanda.

Las nubes son los difusores naturales de la luz. Cuanto más densas sean estas mayor será la dispersión de la luz, las sombras serán poco definidas o tal vez hasta desaparezcan por completo. Esto hará que obtengamos detalle tanto en las sombras como en las iluminaciones, los colores se suavizarán y el resultado final será el de una imagen más equilibrada, y con menor dinamismo.

 

La fotografía de cabecera está tomada una tarde de primavera con el cielo cubierto. La luz se repartía por igual en toda la escena lo que nos ha dado una imagen suave, de tonos apastelados y que transmite serenidad.

 

Al igual que las nubes, las ramas de los árboles también harán de difusor. Según sea la densidad de ambas, dejarán pasar más o menos luz y en ocasiones, crearan focos de luz móviles que con suerte y paciencia, iluminaran el punto de nuestra composición que más nos interese.

 

 

La luz filtrada por las ramas de los árboles nos permite fotografiar dentro de un bosque prácticamente a cualquier hora sin tener excesivos cambios de luz.

En esta mañana otoñal la luz empezaba a ser peligrosamente dura. Gracias a los árboles pudimos fotografiar el puente con una luz blanda consiguiendo detalle en todas partes y a la vez la montaña del fondo ha quedado iluminada por la luz directa que le llegaba del Sol.

Y de regalo... Luz ultrablanda.

Los días de niebla o intensa bruma notaremos que estos elementos actúan como potentes difusores. Dispersan tanto la luz creando una iluminación tan uniforme que llegan a hacer desaparecer cualquier tipo de sombra. Este tipo de iluminación de tan bajo contraste funciona muy bien para crear atmósferas cargadas de misterio, a la vez que esconde elementos que cargarían demasiado la composición.

Recapitulando: 

• Siempre que salgamos a fotografiar al exterior nos vamos a encontrar con dos tipos de luz, la luz dura y la luz blanda. A partir de ahí, según la cantidad de nubes que tengamos iremos teniendo fluctuaciones de los dos tipos de luz que usaremos a conveniencia.

• Cada tipo de luz nos ofrece diferentes posibilidades, nosotros las usaremos conforme a nuestros intereses.