Embalse de Requejada

 

 Vamos con otra fotografía tomada durante la IV edición del Rally fotografico de la Montaña Palentina. La fotografía está hecha con la intención de presentarla en la categoría de nocturnas, pero al final presenté otra de este mismo embalse junto a la de la Colegiata de san Salvador de Cantamuda.

El embalse de Requejada recoge las aguas del recién nacido río Pisuerga, anegando los terrenos de la localidad de Vañes, muy cerca de Cervera de Pisuerga.

Para los que os gustan lo datos Exif, la foto esta sacada a 14mm, 30", f5.6 e ISO 400.

Y para los que preferís saber los pormenores, los detalles que me llevaron a realizar este disparo, pues ahí van:

Tras separarme de mis dos compañeros de fotografía, Jonatan y Joseba, por cuestiones laborales podíamos decir, y viendo que no era muy viable acercarme después a donde ellos estaban, opté por hacer el atardecer en este embalse de Requejada con la intención de repetir una fotografía que ya había hecho, aunque esta vez al atardecer.

Fui, vi y vencí!!! Pues eso, fui, y por el camino, andando sobre la tierra seca y cuarteada me iba fijando en posibles encuadres como el del día de hoy. Llegue al destino, no sin llenar de barro la botas hasta las rodillas, e hice mi foto. Si el terreno hubiese estado más estable, menos embarrado, posiblemente una nocturna hubiese caído, pero no se estaba cómodo y volver a oscuras por terrenos tan fangosos podía resultar algo peligroso. Volví hacia terreno más firme, acabé de hacer fotos, que os mostraré en próximas entradas, con las últimas horas del día y me dispuse a hacer la fotografía nocturna que presentaría a concurso, también en la próxima entrada.

Después de esa fotografía me fui en pos de este tronco que había llamado mi atención desde el principio. Empecé fotografiándolo desde unos cuantos metros más atrás, colocando en el primer plano unas piedras con una "bonita" disposición, dando un interés extra a ese primer plano. Luego me fui unos paso más atrás para coger tierra cuarteada, baje el punto de vista, lo volví a subir, me acerqué otra vez a las piedras, pero el tronco se solapaba demasiado con el monte de detrás.

En este punto comprendí que debía de sacrificar cualquier atisbo de interés en el primer plano y acercarme lo máximo posible al tronco, a unos dos metros, para que este sobresaliera por encima del monte.

Todo esto lo tuve que hacer sobre un talud de barro resbaladizo en el que me iba hundiendo a poquitines, nada serio, pero si incómodo y con mucha limitación de movimientos a la hora de encuadrar. Lo que veis es lo que pude rascar de ese tronco que aflora cada vez que se retiran las aguas del embalse de Requejada.