Fotografiando el paisaje. La Montaña Palentina.

Embalse de Camporredondo. 16 mm, 129", f8, ISO 100, ND 6 pasos.

Hablar es gratis ¿Verdad? Por esa razón nos cuesta tan poco opinar sobre el trabajo de los demás sin aportar soluciones.

fotografía paisaje montaña palentina vía láctea espigüete

Leía esta semana en un foro de fotografía, una crítica, nada constructiva, a la fotografía de un compañero que resulta que yo tengo otra igual porque las hicimos juntos y que podéis ver en esta entrada de planificación para fotografiar la vía láctea. La crítica se refiere a los fogonazos de luz que se aprecian en un horizonte nocturno a causa de los núcleos urbanos que se encuentran en las cercanías. Como dicha crítica no va más allá que el hecho de señalar que esos focos de luz no le gustan al observador, yo me pregunto:

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¿Qué podemos aportar para solucionarlo? Quizás podemos bajar las altas luces, pero tal vez para el autor pueda significar algo y haya decidido mantener esa intensidad tan elevada. Esta vez no ha sido el caso, pero cada vez se tiene en menor consideración las pretensiones del autor... Otra posible manera de salvar esas luces es la de no hacer la fotografía...  Resumiendo, opinar es fácil, dar soluciones no tanto y por este motivo mi tendencia es dejar en el blog, entrada tras entrada, todo lo que hay detrás de una fotografía, que nos mueve, que hay antes de la fotografía, que problemas nos encontramos, que se nos ocurre para solucionarlo, que sensaciones nos deja la fotografía después etc etc. A fin de cuentas la fotografía no es solamente altas luces y sombras empastadas.

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Pienso que para fotografiar el paisaje nos tiene que gustar la naturaleza. Le escuché a un notas una vez decir que a él no le gustaba salir al campo... Algo falla entonces, si haces fotografía de paisaje y no te gusta el medio en el que te mueves es que estás vendiendo humo. Tengo un par de AMIGOS,  Iván y Jonathan, que se mueven mucho por el monte y nos deleitan con los rincones que se van encontrando. Tal vez muchas de esas fotografía que nos muestran carezcan de la espectacularidad de los flyshs de Barrika, los paisajes de Islandia o... pero en el grupo de wasaap que tenemos, somos capaces de disfrutar parte de lo que ellos han disfrutado haciendo esas fotografías.

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Si seguís leyendo me daréis la oportunidad de mostraros como la fotografía de paisaje no es tan sencilla como darle al click.

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Arroyo de Las Lamas, mayo 2016

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En mayo de 2016, hace ya 3 años, fijaros en el dato porque es el tiempo que se ha estado gestando la foto en nuestros pensamientos, el amigo Luis y yo nos fuimos a la Montaña Palentina a pegar unos disparos nocturnos, vaya por delante que fuimos sin ninguna pretensión. Destacó este encuadre que encabeza el párrafo entre otros que hicimos en esa escapada y a Luis le caló bastante más que a mi por lo que volvió después y por lo que volvimos a intentarlo antes de ayer.

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Andaba yo toda la semana en el andamio masticando la foto de la colza de la semana anterior y quizás si el tiempo me lo permitía intentar hacerla al amanecer. El viernes hablando con Luis le comenté mi idea y lo que el me dijo que él, ya había vuelto al amanecer y que no, el sol no era todo lo favorable que hubiésemos querido y además la previsión no era buena. A su vez él ya había hecho bien los deberes y tenía controlada la hora de salida de la vía láctea, de la luna y la previsión meteorológica. Por supuesto también tenía bastante claro que quería volver a intentar esta foto del arroyo de Las Lamas. No hizo falta convencerme...

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La idea era salir con tiempo y llegar de día para encontrar posibles encuadres. Lo hicimos, salimos pronto y llegamos con tiempo. Pero justo antes de llegar a Cardaño de Abajo que es donde está el cruce que nos llevaría a esta localización, vimos esta posible fotografía:

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No se si a la derecha de la fotografía podéis intuir la carretera por la que veníamos. Desde ahí vimos el árbol en el agua y lo que había subido en nivel del agua desde que estuve en febrero haciendo esta otra fotografía que hice posicionado muy por delante del árbol sumergido. Para acceder a esta posición digamos que en coche tenemos que hacer un giro de 180º para luego completar andando hasta 360º. Al gustarnos la estampa, en vez de ir a buscar la idea original del arroyo de Las Lamas, hicimos el giro para ver si la foto era posible.

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Bueno, pues de primeras lo que nos encontramos fue que el nivel del embalse había subido tanto que lo que queríamos fotografiar lo teníamos que hacer desde una isla. Pero bueno, siendo de Bilbao un poco de agua no nos iba a frenar, así que antes de desistir, teníamos que comprobar que la idea era inviable. A continuación vemos un video de como comprobamos si podíamos o no pasar al otro lado:

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Justitos pero se podía vadear!!!

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Ya vamos viendo como no es tan sencillo como darle al botón disparador ¿Verdad? Pues el reto continua. Una vez que llegamos al sitio donde están los árboles sumergidos, que es desde donde queremos hacer la foto, es decir, la zona que hemos visto desde la carretera, vemos que todo es muy bonito e incluso que quizás las nubes se queden el tiempo suficiente para darnos un bonito atardecer, pero que ordenar la escena dentro del fotograma se hace harto difícil. O los árboles se solapan con los montes quedando una escena muy empastada o se enmaraña mucho la fotografía o hay que internarse mucho en el agua para lograr el encuadre.

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Para conseguir el árbol en ese punto sin que se solapara demasiado con los montes tuve que meterme en el agua casi hasta los mismísimos... Ese pasito a la derecha tan fácil de aconsejar en los foros de internet no hubiera sido viable sin que el agua anegara mis vadeadores. Quiero decir que está muy bien pensar en que hubiésemos hecho nosotros, cómo hubiésemos solventado la papeleta y demás, pero hay que dar un poco más de credibilidad al autor ¿No creéis? Si el árbol está ahí y no puedo sacarlo más por encima del horizonte porque ya he probado a hacerlo. ¿Qué tengo que hacer, recoger los bártulos e ir a fotografiar San Juan de Gaztelugatxe porque es una fotografía que resulta? Yo pienso que no, estamos fotografiando el paisaje y aunque no todo vale como fotografía de paisaje, hay mucha belleza escondida más allá de los cromos que todos queremos tener.

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Antes de colocar el trípode estuvimos mirando los posibles encuadres encontrando un par de ellos más a parte de este. Yo por mi parte aposté por este y ahí estuve como un campeón entrando y saliendo del agua para no quedarme congelado hasta la puesta de sol. Una vez que el atardecer nos había dado todo lo que tenía me fui a probar los otros encuadres que por cierto no me han convencido nada y ya cuando iba a recoger me topé con la fotografía que encabeza la entrada y que vuelvo a poner:

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¿Qué es lo que me gustó? Lo primero el mensaje de belleza escondida, un símil perfecto con el conjunto de la Montaña Palentina, una zona dura, agreste, muy difícil de fotografiar, pero de una belleza innegable. Cuando fui capaz de colocar el Espigüete entre los árboles supe que ya tenía mi fotografía.

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Lo siguiente en mis prioridades compositivas fueron las siluetas sinuosas de los chopos de la izquierda que junto al grupo de la derecha iban a enmarcar al Espigüete.

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Tercero, las ramas caídas y semi sumergidas del primer plano. Originalmente estaban también semi sumergidas pero no en ese mismo punto, las moví para colocarlas exactamente donde más me interesaba para darle al primer plano un cierto interés, proporcionar una entrada clara a la fotografía y equilibrar los pesos visuales.

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A su vez, el árbol caído del plano medio me da un recorrido claro entre el primer plano y el fondo, aunque las ramas que se ven entre los dos troncos de los árboles me estaban ensuciando un poco la composición. Intente moverlas pero ni siquiera pude llegar, cubría demasiado...

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Señalar también que el primer impulso fue el de abrir encuadre y mostrar las copas de los árboles, pero se perdía la esencia del mensaje. Tal vez vosotros en vuestra foto lo hubieseis hecho, yo en la mía he preferido dejarlo así, un encuadre más cerrado. 

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Y nos fuimos de esta localización vadeando el embalse a la inversa en busca de la fotografía del río. De camino nos encontramos un par de árboles que bien podían servirnos para acompañar dentro de unas horas a la vía láctea, los marcamos mentalmente y nos fuimos, ya de noche, al aparcamiento que hay entre los dos Cardaños. Nos comimos el bokata y mientra Luis hacía unas fotos del maravilloso cielo nocturno de la Montaña Palentina, yo descansaba un poco los ojos mientras en la radio hablaban sobre el desastre de la Armada Invencible y los mitos que suscitó ese episodio histórico. Tras la clase de historia, salí del coche y nos fuimos a buscar el trozo de río desde donde haríamos la circumpolar... No lo encontramos. De noche todo cambia mucho y en 3 años la vegetación, retamas en su mayoría, ha crecido bastante. No faltaba mucho para que saliese la vía láctea y como ya teníamos el encuadre más o menos claro de la foto anterior pues nos fuimos para allí.

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En principio era sencillo, había que dejar el coche en el mismo sitio de antes, pasado Cardaño de Abajo entre un hueco que hay entre el guardarail. Pero no se si debido a alguna actividad extraterrestre, conspiración gubernamental o simplemente a que de noche todo los gatos son pardos, estuvimos dando vueltas carretera arriba y carretera abajo buscando el hueco en el guardarail donde teníamos que dejar el coche. Hasta estuvimos a punto de atropellar a un alienígena que trato de abordarnos y abducirnos para saber con que fines... o quizás era un burro que se puso a cruzar la carretera justo cuando pasábamos nosotros buscando el hueco en el guardarail... no sé...

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Al final la actividad extraterrestre cesó y encontramos el hueco para aparcar y poder fotografiar la vía láctea. Bajamos sin contratiempos a las gélidas aguas del embalse y nos pusimos a ello.

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Embalse de Camporredondo. 14 mm, 20", f2.8, ISO 3.200

Cerca de las 4 A.M. nos dimos por satisfechos. Tuvimos que esperar, soportando la escarcha que estaba cayendo sobre nosotros, a que la vía láctea se elevase lo suficiente para que quedase bien en nuestro encuadre.

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Poco o nada más que contar sobre la escapada, así es como vivimos la fotografía de paisaje, disfrutando del momento, tanto como si hacemos buenas fotos como si se frustran todos los planes y volvemos con truños en la tarjeta de memoria. Y no dando mucho crédito a las opiniones vacías. La experiencia ahí queda y ya no nos la quita nadie.

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